DESARROLLO
El origen de las vacunas basadas en proteínas recombinantes —la tecnología vacunal con mejor perfil de seguridad desarrollada hasta la fecha— se remonta a 1982, cuando mediante ingeniería genética se logró producir la proteína antigénica del virus de la Hepatitis B en levaduras (Saccharomyces cerevisiae), sin necesidad de cultivar el virus patógeno.
En 1997, el Laboratorio Cassará desarrolló AgB, la primera vacuna de subunidad proteica recombinante contra la Hepatitis B fabricada en América Latina, la cual se aplica a recién nacidos desde entonces como parte del calendario nacional de vacunación.
A fines de 2020, en el contexto de la pandemia, un grupo de investigadores del CONICET y la UNSAM se vinculó con el Laboratorio Cassará para desarrollar una vacuna nacional de refuerzo contra COVID-19 basada en la misma plataforma tecnológica, modernizada para permitir la adaptación rápida frente a nuevas variantes del virus en un plazo estimado de cuatro meses.
En mayo de 2021 se logró la producción a escala industrial del antígeno de la variante original (Wuhan), y posteriormente se desarrollaron versiones específicas para las variantes Gamma, Delta, Ómicron BA.1, BA.4/5, XBB y, más recientemente, JN.1.
Los estudios preclínicos concluyeron en diciembre de 2021, permitiendo avanzar con los estudios clínicos de Fase I en 2022, y los de Fase II y III durante 2023, lo que culminó con la aprobación del registro definitivo por parte de ANMAT a finales de ese año.
El desarrollo de ARVAC implicó la articulación de una red público-privada con más de 600 científicos, profesionales de la salud y técnicos, pertenecientes a 18 instituciones, con el objetivo de lograr soberanía sanitaria en vacunas mediante capacidad de producción nacional.
Actualmente, se continúa trabajando de manera sostenida en la generación de nuevas formulaciones de ARVAC para mantener su eficacia frente a las variantes que circulan en el país y en el mundo, garantizando así una respuesta inmunológica robusta y actualizada frente al virus SARS-CoV-2.

SEGURIDAD
Las vacunas de subunidades proteicas como ARVAC ofrecen un alto perfil de seguridad, ya que no contienen el virus completo ni material genético. En su lugar, utilizan una porción específica del virus (el antígeno), lo que elimina el riesgo de replicación viral o integración genética.
En el estudio clínico Fase II-III vacuna demostró una muy baja tasa de eventos adversos.
No se reportó ningún evento adverso serio relacionado con ARVAC.
El dolor y molestia en el sitio de inyección fueron los únicos efectos adversos de mayor incidencia, y en todos los casos fueron de intensidad leve o moderada. La frecuencia de dolor local fue de 43% para la vacuna y 31% para el placebo, y la frecuencia de molestia local fue 32,5% para la vacuna y 21% para el placebo.
Los efectos adversos fueron transitorios, desapareciendo durante los primeros días posteriores a la vacunación.
Los efectos adversos sistémicos reportados con una incidencia mayor al 10% fueron cefalea en el 12,3% de los casos, fatiga/cansancio en el 11,8% y somnolencia en el 11,3%.
La presencia de fiebre fue significativamente más frecuente con la vacuna, pero con una incidencia baja de apenas el 1,5% de los casos.
En los controles de laboratorio, no se encontraron diferencias significativas de relevancia clínica entre la vacuna y el placebo.
No se registraron eventos adversos graves relacionados con la vacuna.
La mayoría de los efectos desaparecieron en uno o dos días, sin necesidad de tratamiento adicional. Esto contrasta con otras plataformas, como las vacunas de ARN mensajero o vectores virales, donde las tasas de reactogenicidad suelen ser significativamente más altas (fiebre, malestar general, fatiga intensa).
Gracias a su combinación de antígeno purificado y adyuvante (hidróxido de aluminio), ARVAC muestra una excelente tolerabilidad, incluso en poblaciones sensibles como adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
En resumen, ARVAC es la vacuna ideal para la postpandemia:
Muy baja
reactogenicidad
Sin virus vivo ni
material genético
Efectos adversos leves
y transitorios
Perfil de seguridad superior a otras plataformas tecnológicas
EFICACIA
Los estudios clínicos de Fase 2 y 3 demostraron que ARVAC es altamente eficaz como vacuna de refuerzo, generando una respuesta inmune potente, sostenida y segura frente a variantes relevantes del SARS-CoV-2.
Más del 90 % de las personas vacunadas con ARVAC desarrollaron seroconversión con títulos elevados de anticuerpos neutralizantes
En adultos mayores de 60 años, el 90 % alcanzó niveles de anticuerpos superiores a 1030 UI/ml, cifra que se asocia con una protección estimada del 90 % contra la enfermedad sintomática.
Los niveles de anticuerpos neutralizantes inducidos por ARVAC se mantuvieron significativamente elevados durante al menos 12 meses post vacunación, lo que sugiere una duración prolongada de la protección.
Estudios preclínicos adicionales han mostrado que la nueva formulación actualizada JN.1 genera respuesta cruzada frente a variantes emergentes como KP.3.1.1 y XEC, reforzando su potencial como plataforma adaptable.
Estas características posicionan a ARVAC como una opción eficaz y confiable para reforzar la inmunidad en adultos, incluyendo poblaciones de riesgo, y permiten su actualización ágil frente a futuras variantes.

PREGUNTAS FRECUENTES
- Mayores de 50 años, menores de 50 años con comorbilidades y personas con inmunocompromiso: una dosis cada 6 meses.
- Menores de 50 años sin comorbilidades: una dosis anual.
- Personal de salud: 1 dosis anual.
Los expertos de la CONAIN (Comisión Nacional de Inmunizaciones) recomendaron la incorporación de la vacuna COVID al Calendario Nacional de Vacunación.
Es decir que, a diferencia de la gripe, cada vez que una persona se enferma por COVID-19 tiene más predisposición a tener demencia, diabetes, síndromes metabólicos, y otras enfermedades.
Mientras que las reinfecciones por otros virus respiratorios se pueden tolerar, no está claro que la acumulación de reinfecciones por SARS-COV-2 a lo largo de los años se pueda tolerar, incluso en personas sanas.
Nature medicine https://doi.org/10.1038/s41591-022-02051-3
Las personas que se reinfectan y vuelven a enfermarse dos o más veces, aumentan aún más sus riesgos de contraer enfermedades.
Es decir que, a diferencia de la gripe, cada reinfección con enfermedad sintomática por COVID-19 genera un deterioro acumulativo de la salud.
Nature medicine https://doi.org/10.1038/s41591-022-02051-3
Los estudios han informado que en pacientes hospitalizados por COVID-19 el SARS-CoV-2 lleva a una infección sistémica con replicación viral en sitios extrapulmonares y persistencia de ARN del virus en varios tejidos durante años. No está claro en qué medida la lesión durante la fase aguda o la persistencia viral participan en el riesgo prolongado en estos órganos.
Reducir el riesgo de hospitalización aumentando la aceptación de la vacunación es una estrategia clave para reducir el riesgo de pérdida crónica de salud en personas con infección por SARS-CoV-2.
Nature medicine https://doi.org/10.1038/s41591-024-02987-8